#Los45deME
Recuerdo hace un año exactamente ser parte de
los invitados al cumpleaños de mi jefe, ya sabíamos del liderazgo que se
proyectaba en aquel entonces, recordaba junto a mi familia cómo hacía más de 3 años me había
encontrado en mi zona de confort un gran copartidario con quienes nos unen
lazos fraternales y a pesar de no haber tenido una militancia ni activismo
partidario, me abrió el camino para ser parte de un “imposible” que era lograr
completar el primer paquete de 5 mil viviendas autogestionadas por el Ministerio
de Vivienda. Yo ya venía de romper algunos paradigmas personales y
profesionales previamente. Viniendo de
un hogar muy sobreprotector, he logrado superarme solo como arquitecto, me
había involucrado en llevar el nombre de Panamá en varios proyectos
aeroportuarios y de oficinas en ciudades latinoamericanas y era encargado de la
primera fase de fundaciones de un gran edificio en zona residencial exclusiva.
Por lo que esta nueva situación: combinar mis experiencias y navegar en las
fauces del monstruo de la burocracia, tal y como escuché cuando se hacían
aquellas reuniones ejecutivas donde se me invitaba por primera vez.
Me tocó celebrar junto a su equipo 3 cumpleaños,
donde siempre había más gente que en el anterior y donde tuve la oportunidad de
estrechar la mano desde el activista más lejano de las comarcas hasta nuestro
presidente de la República, lo que me hacía reforzar más mis valores cívicos y
ser leal no sólo a su liderazgo sino a la mística de nuestro partido.
Recuerdo desde el día 1 en el que entramos a
trabajar sólo había 2 asesores: uno en lo social que ya conocía y este servidor
en lo técnico que Ud. me indicó que debía demostrar mi trabajo. Ese mensaje
quedó claro y desde el inicio y ante los obstáculos internos a todos los niveles
desarrollé un Plan de Ejecución que no sólo nos llevó a evidenciar las 5 mil
soluciones asignadas a mi persona, sino que también me permitió servir en toda
una serie de complementos: desde aulas, veredas, sirviendo en otras instituciones
como comisionado técnico en licitaciones junto a la ACP para el MEDUCA, IFARHU,
entre otros.
Recuerdo claramente (entre tantas ocasiones)
haber preparado un simple borrador en Power Point con un cuestionario que lo
llevaría a la Asamblea Nacional para responder ante los diputados. Jamás habría
pensado que ese documento sería la base que sería expuesta en el Pleno
Legislativo y que mi nombre estaría en aquel Orden del Día. Ese día recuerdo perfectamente las ansiedades
propias de aquella inquisidora reunión, donde me tocó compartir puesto con el
jefe de compras, que sin conocerlo previamente, simplemente le traté de dar
tranquilidad compartiendo alguna oración, lo que al final nos llevó a salir
bien librados de aquel evento mediático para posteriormente desarrollar una
mancuerna de trabajo donde aprendí mucho de la ley de contrataciones públicas y
cómo manejarla: recuerdo jornadas de más 16 horas diarias, sábados de
actividades complementarias que llegaron a convertirse en jornadas de limpieza
y domingos donde incluso aprendí algo del movimiento político en el que me
sentía involucrado.
El tiempo pasó y los resultados se evidenciaron,
cumplí mi tarea en la ejecución técnica del proyecto asignado, sin embargo no
imaginaba que por mi inexperiencia política habrían copartidarios descontentos
por hacer una planilla de trabajadores más real, de dejar todo debidamente
auditado, de lograr dejar por escrito cada solicitud, autorización y ejecución de
manera de blindar al líder, pero sin darme cuenta de que precisamente por ese
punto débil iba a sufrir un impacto: ya los mensajes no llegaban directo a la
cabeza, comencé a usar intermediarios y a confiar, a tal punto que podría lucir
desleal o antiético, simplemente confiando en aquellas personas a su alrededor
que pudiendo tener buenas intenciones personales, también eran muy celosas de
sumar realmente a alguien como yo al “grupo de los 300”.
Recuerdo claramente la primera entrevista con el
primer director a quien servía, siendo más técnico que yo, me cuestionó si yo venía
a hacer política, obviamente le señalé que no, y eso hizo un cambio de
tranquilidad en su rostro, ya que se sentía apoyado por alguien que no tenía
segundas agendas o que tuviera otra línea de mando real. El tiempo demostró que
él fue seducido por la política y fracasó en su prematuro intento.
Hay tantas anécdotas y experiencias gracias a
creer ser parte del “grupo del jefe” hasta que me di cuenta demasiado tarde que
al brindarle mi confianza a quien me enseñaba sobre procedimientos de compras
con el Estado, eso fuera usado para una emBoscada que me hiciera salir por la
puerta trasera de un proyecto que me apasionó poco a poco por más de 3 años.
Al final como coordinador, facilitador o
servidor entregué mis herramientas de trabajo con la satisfacción del deber cumplido,
pero con un agridulce sabor al no poder volver a hablar de 1 a 1 con mi jefe, líder
y copartidario. Aunque al final del camino, la historia hace justicia, siempre
estaré dispuesto a compartir el mejor café
con una buena conversación: felicidades, salud, Amor familiar (siempre mis
respetos por los años de conocerlos) y que sean 45 años más en plenitud de facultades
mentales y de salud.
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