miércoles, 30 de enero de 2019

#Los45deME


Recuerdo hace un año exactamente ser parte de los invitados al cumpleaños de mi jefe, ya sabíamos del liderazgo que se proyectaba en aquel entonces, recordaba junto  a mi familia cómo hacía más de 3 años me había encontrado en mi zona de confort un gran copartidario con quienes nos unen lazos fraternales y a pesar de no haber tenido una militancia ni activismo partidario, me abrió el camino para ser parte de un “imposible” que era lograr completar el primer paquete de 5 mil viviendas autogestionadas por el Ministerio de Vivienda. Yo ya venía de romper algunos paradigmas personales y profesionales previamente.  Viniendo de un hogar muy sobreprotector, he logrado superarme solo como arquitecto, me había involucrado en llevar el nombre de Panamá en varios proyectos aeroportuarios y de oficinas en ciudades latinoamericanas y era encargado de la primera fase de fundaciones de un gran edificio en zona residencial exclusiva. Por lo que esta nueva situación: combinar mis experiencias y navegar en las fauces del monstruo de la burocracia, tal y como escuché cuando se hacían aquellas reuniones ejecutivas donde se me invitaba por primera vez.

Me tocó celebrar junto a su equipo 3 cumpleaños, donde siempre había más gente que en el anterior y donde tuve la oportunidad de estrechar la mano desde el activista más lejano de las comarcas hasta nuestro presidente de la República, lo que me hacía reforzar más mis valores cívicos y ser leal no sólo a su liderazgo sino a la mística de nuestro partido.

Recuerdo desde el día 1 en el que entramos a trabajar sólo había 2 asesores: uno en lo social que ya conocía y este servidor en lo técnico que Ud. me indicó que debía demostrar mi trabajo. Ese mensaje quedó claro y desde el inicio y ante los obstáculos internos a todos los niveles desarrollé un Plan de Ejecución que no sólo nos llevó a evidenciar las 5 mil soluciones asignadas a mi persona, sino que también me permitió servir en toda una serie de complementos: desde aulas, veredas, sirviendo en otras instituciones como comisionado técnico en licitaciones junto a la ACP para el MEDUCA, IFARHU, entre otros.

Recuerdo claramente (entre tantas ocasiones) haber preparado un simple borrador en Power Point con un cuestionario que lo llevaría a la Asamblea Nacional para responder ante los diputados. Jamás habría pensado que ese documento sería la base que sería expuesta en el Pleno Legislativo y que mi nombre estaría en aquel Orden del Día.  Ese día recuerdo perfectamente las ansiedades propias de aquella inquisidora reunión, donde me tocó compartir puesto con el jefe de compras, que sin conocerlo previamente, simplemente le traté de dar tranquilidad compartiendo alguna oración, lo que al final nos llevó a salir bien librados de aquel evento mediático para posteriormente desarrollar una mancuerna de trabajo donde aprendí mucho de la ley de contrataciones públicas y cómo manejarla: recuerdo jornadas de más 16 horas diarias, sábados de actividades complementarias que llegaron a convertirse en jornadas de limpieza y domingos donde incluso aprendí algo del movimiento político en el que me sentía involucrado.

El tiempo pasó y los resultados se evidenciaron, cumplí mi tarea en la ejecución técnica del proyecto asignado, sin embargo no imaginaba que por mi inexperiencia política habrían copartidarios descontentos por hacer una planilla de trabajadores más real, de dejar todo debidamente auditado, de lograr dejar por escrito cada solicitud, autorización y ejecución de manera de blindar al líder, pero sin darme cuenta de que precisamente por ese punto débil iba a sufrir un impacto: ya los mensajes no llegaban directo a la cabeza, comencé a usar intermediarios y a confiar, a tal punto que podría lucir desleal o antiético, simplemente confiando en aquellas personas a su alrededor que pudiendo tener buenas intenciones personales, también eran muy celosas de sumar realmente a alguien como yo al “grupo de los 300”.

Recuerdo claramente la primera entrevista con el primer director a quien servía, siendo más técnico que yo, me cuestionó si yo venía a hacer política, obviamente le señalé que no, y eso hizo un cambio de tranquilidad en su rostro, ya que se sentía apoyado por alguien que no tenía segundas agendas o que tuviera otra línea de mando real. El tiempo demostró que él fue seducido por la política y fracasó en su prematuro intento.

Hay tantas anécdotas y experiencias gracias a creer ser parte del “grupo del jefe” hasta que me di cuenta demasiado tarde que al brindarle mi confianza a quien me enseñaba sobre procedimientos de compras con el Estado, eso fuera usado para una emBoscada que me hiciera salir por la puerta trasera de un proyecto que me apasionó poco a poco por más de 3 años.

Al final como coordinador, facilitador o servidor entregué mis herramientas de trabajo con la satisfacción del deber cumplido, pero con un agridulce sabor al no poder volver a hablar de 1 a 1 con mi jefe, líder y copartidario. Aunque al final del camino, la historia hace justicia, siempre estaré dispuesto a compartir el mejor café con una buena conversación: felicidades, salud, Amor familiar (siempre mis respetos por los años de conocerlos) y que sean 45 años más en plenitud de facultades mentales y de salud.

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