sábado, 3 de septiembre de 2016

ARQUITECTURA PARTICIPATIVA, SOLUCION A LA VIVIENDA SOCIAL


A finales del siglo pasado y con mucho esfuerzo un grupo de estudiantes panameños fuimos a conocer de primera mano, cómo el denominado modelo de arquitectura participativa cubana era una solución adaptable a diferentes latitudes de nuestra Latinoamérica.  Aquellos principios de diseño bajo la relación de 10M2 por 1 habitante en unidad básica para familias de 4, entendiendo que la aspiración promedio de una familia emprendedora (en la que sus miembros aumentan) es lograr su clímax habitacional a razón de 80M2 mínimo habitable.
La clave es integrar a la familia, comunidad y entorno bajo el adagio: Mejor enseñar a pescar, antes que dar el pescado, con esta premisa los Estados son facilitadores en varios frentes: el educativo, el social y la respuesta técnica más viable para un desarrollo progresivo.
En Panamá una de las estrategias que se han usado y en el cual me siento plenamente identificado es basado en la Autogestión: tomando como muestra 19 comunidades a nivel nacional para solucionar 5,000 familias, se inicia con la contratación de mano de obra de la comunidad con capacitación directa. Sabemos que no todos aprovechan la oportunidad, por esta razón se establece un cronograma de ejecución y transición hacia la empresa privada dándole la oportunidad de mejorar el modelo de negocio, principalmente en los temas del pre-diseño, adecuándose a cada región beneficiada: de acuerdo al entorno cultural (regiones indígenas, tierras altas, entre otros), soluciones técnicas (tales como tuberías superficiales para no evitar el cerramiento de paredes y facilitar el mantenimiento en el tiempo).
Lo más importante es que el diseño que prestemos a nuestros beneficiarios, vaya más allá del rígido standard de 40 metros cuadrados, que sea un diseño que incentive el crecimiento junto a la familia y sucesores, tal y como el modelo conocido en La Habana en mis años de estudiante, con cubierta de losa para doble función: de protección contra huracanes y de futuro piso para algún hijo que iniciara familia, que bajo el concepto de “vaso medio lleno y no medio vacío” se construya en los primeros 20 metros cuadrados un área de estar y la batería sanitaria básica compartida con cocina y lavandería que motive al beneficiario a crecer en dos ejes, de ser necesario.
Quince años después de tan enriquecedora experiencia, vemos que algunos líderes, jóvenes estudiantes de arquitectura de aquella época dan fruto, siendo hoy día profesionales de éxito en sus respectivos países, incluso con el reciente reconocimiento al premio mundial de arquitectura a través de un proyecto de interés social desarrollado por latinoamericanos y que se ha ido replicando en diferentes latitudes del continente como solución ante la demanda actual de soluciones de vivienda en la base de la pirámide donde los indicadores cada vez dan más alertas de que al 2030 debemos estar en la capacidad de construir un millón de viviendas por semana en el mundo, Panamá representa un mínimo porcentaje de esa crisis global: ya tenemos la voluntad y resultados registrados, falta completar los recursos suplementarios para llegar al éxito.


El autor es especialista en proyectos de arquitectura y en docencia superior


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