“Admiróles el hermoso sitio de la ciudad y la estimaron por flor de las bellas ciudades del mundo, honra de España, temor y espanto de los circunvecinos y apartados enemigos, regalo y delicia de sus moradores, amparo de los extranjeros, escuela de la caballería, ejemplo de lealtad y satisfacción de todo aquello que de una grande, famosa, rica y bien fundada ciudad puede pedir un discreto y curioso deseo.” Don Quijote II (cap.LXXII)
En vísperas
de estas navidades tuve el detalle de parte de un buen nuevo amigo “El Majo”
que me confiara una pequeña pero muy bien graficada compilación de la obra del “arquitecto
de Dios” Gaudí, como una manera de conocer sin haberla visitado aún, su natal
Barcelona.
Casi como un “Sancho” despertado por este caballero para “desfacer
entuertos o enderezar tuertos” devoré aquel libro bien ilustrado que en mis
años de estudiante de arquitectura no hubiera tenido el capital de comprarlo a
ese nivel tan colorido, y aunque lo hubiera tenido al no tener un domicilio
propio, pues era mejor viajar “ligero de equipaje” ante mis intermitentes
mudanzas.
Gaudí fue un arquitecto que agarró varios proyectos como relevo (interesante retroalimentación), en estos tiempos sería también el “santo” de los Project Managers, incluso la famosa “Sagrada Familia”, capaz de respetar esa primera intención de sus diseñadores originales (de base neo-gótica) y lograr una evolución, una metamorfosis como un proyectista que celosamente lograba lo que había esbozado y maqueteado anteriormente de logrando eclosionar hacia el Modernismo como sello distintivo de su amada ciudad.
Marcó un ritmo, una matemática que incluso habiendo desaparecido físicamente hace casi una centuria, su obra sigue desarrollándose de forma orgánica al compás de lo que diríamos actualmente como algoritmos matemáticos al servicio de su arquitectura sublime.
Gaudí era un provocador de efectos, nos pone a trabajar arduamente buscando puntos referencia, puntos de fuga; jugando con las tonalidades de colores y luces en perspectiva logrando sensaciones de más espacio donde hay más confinamiento y llevándonos hacia esa sensación de grandeza que sólo Dio nos puede permitir una probadita de su majestuosidad atrapados en esta vida limitada por nuestra piel y soportada por nuestra estructura ósea, para vivir al máximo nuestra humanidad.
Gracias “Majo”
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