(memoria de un 20 de diciembre)
Otra vez, este niño que se abre paso a la adolescencia no le dan explicaciones... Papá corre a asegurar puertas y a esconder "sus armas": un par de rifles de cacería y un vieja pistola con algunos cartuchos, respiro la tensión, pero no hay explicación; no se oye nada, silencio del entorno y me vuelvo a dormir, al despertar nuevamente, papá sólo me dice "hoy no hay clases" (¡ufff!), ya yo había adelantado mi tarea en papel períodico debidamente cuadriculado a mano donde indicaba de mi puño y letra las banderas del mundo dibujadas por mí, sus datos principales tanto políticos como estadísticos; estaba orgulloso de mi trabajo hecho con antelación, pero hoy 20 de diciembre, no habría clases según papá. Alcancé a oír a mi madre preocupada porque no había "linea" para comunicarse con Panamá, se oía por la radio que Estados Unidos "finalmente" había invadido el país, pero la preocupación de mamá era evidente porque el cuartel general de las Fuerzas Armadas estaba en El Chorrillo y su tía querida vivía al lado, en La Huerta. Se oían rumores de bombardeos, de algún helicóptero gringo derribado, pero mi madre estaba impotente al no saber nada de la familia.
En Chiriquí apenas se supo de la invasión, el jefe de zona militar se entregó y por ende todas sus tropas, no recuerdo a los paramilitares haciendo resistencia: no hubo saqueos, vandalismo, masacre, guerra urbana, nada de nada. Los gringos pasaban por nuestra calle con sus tanquetas y las mujeres salían a darles frutas y otras delicias, agradecidas por la Causa Justa; yo simplemente aproveché para practicar el inglés que bien había aprendido en la escuela y de los viejos discos de soul y rock and roll de mamá, yo agarraba mi bicicleta y a escondidas iba con mi primo a ver qué souvenir nos regalaban las tropas imperiales: entre el betún de camuflaje y los paquetes de comida deshidratada, mi primo soñaba con ser algún día un gringo, sueño que logró: él ahora es gringo y yo sigo en este mundo.
jueves, 2 de enero de 2020
Después del asalto (o la "nota" de esta experiencia)
Qué interesante situación en la que a raíz de un robo perdemos nuestros documentos personales y de identidad físicamente más que la pérdida de bienes materiales número uno es increíble que son un robo al tribunal electoral Simplemente no tengo una copia de nuestra cédula dado que no está vencida se puede hacer una una renovación una copia sencilla pero realmente se complica tiene un costo inicial de $15 cuando realmente no fue culpa nuestra imagen asaltado no es tanto por el costo sino por el significado y lo peor es que con el sistema caído que se vuelve toda una delicia la renovación de documento toda la cadena de eventos se corta no se puede sacar licencia en empresa privada no se puede activar las cuentas de salario Y son electrónicas o banca en línea no se puede pedir nuevamente las tarjetas plásticas Y prácticamente se vuelve rogar o pedir pedir un favor la renovación del chip desde nuestro celular un asalto que no se pidió una situación como que no se podía donde la mayor ganancia fue permitirnos usar nuestras herramientas espirituales ante una situación tan estresante tan cómoda que ver cómo un ambiente no controlado como una tienda sin seguridad somos aceptados como familias triste porque sí es cierto que la policía llegó bastante rápido así que un buen procedimiento
Descubrir la descoordinación que hay en general entre call centers y las instituciones y empresas en general para evitar discusiones bobas sobre si te aceptan temporalmente pasaporte como documento junto a la denuncia escrita de la DIJ.
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